miércoles, 12 de febrero de 2014

Clamorosa imprevisión

En los últimos años los poderes públicos se ocupan en desarrollar una infraestructura para la asistencia de los ancianos. Es una carrera contrarreloj porque se parte prácticamente de cero. Seguramente no es culpa de nadie, o de todos, esta clamorosa imprevisión. Quizá hemos sobrevalorado la capacidad de la institución familiar, que hasta hace bien poco se encargaba (porque podía, y porque quería) de suplir esta y otras carencias de la asistencia pública. Al menos en la mayoría de los casos. Pero la familia es hoy un entorno más frágil, y los niveles de calidad en la asistencia de los mayores mucho más exigentes.

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