martes, 22 de octubre de 2019

Doctor, ¿podré tocar el piano?


La muy escuchada expresión ‘envejecimiento activo’ da a entender que lo habitual o mayoritario es el ‘pasivo’. ¿Es esto cierto? Cuando el deterioro físico de una persona de edad avanzada causa una merma en sus capacidades y relaciones se trata simplemente de la consecuencia lógica de cualquier enfermedad o de la coincidencia de varias. Dicho de otro modo: esos repentinos estados ‘pasivos’ casi siempre se pueden atribuir a patologías diagnosticables y tratables. Ser activo o pasivo, en fin, no depende tanto de la edad como del carácter del sujeto, de su biografía, de su salud y de su entorno.

Otra cosa es que usemos esta expresión como aviso, como una prevención para señalar el peligro de asociar la edad a la falta de expectativas vitales: ocio, relaciones sociales, ejercicio físico, hábitos y retos intelectuales… Y evidentemente no es así, aunque también hemos de asumir que algunas -sólo algunas- de esas actividades no serán tan intensas y satisfactorias como antaño.

Un viejo chiste cuenta que un paciente que va a ser operado de las manos le pregunta al médico: “¿Después de la operación podré tocar el piano?”; el médico responde que por supuesto y el paciente comenta aliviado: “¡Qué bien, la ilusión de mi vida!”.

Con frecuencia nos dejamos llevar por ese discurso voluntarista. Queremos que nuestros mayores aprecien y disfruten del cine, de las exposiciones, de un taller de escritura o del senderismo. Y lograrlo sería estupendo… pero también milagroso si antes nunca había sentido interés por esas actividades. Hemos de ser más realistas y empezar por preguntarnos si estamos respondiendo a las dificultades propias de la edad dedicándoles solo un poco más de tiempo.

jueves, 17 de octubre de 2019

Contra el alzheimer... Realismo


Existe un exceso de voluntarismo en torno al alzheimer. Todos somos muy conscientes de la gravedad de esta enfermedad y eso produce una atención mediática constante que crea innumerables noticias, y todas esperanzadoras. Sin embargo, lo cierto es que hace quince años que no ha salido ningún medicamento nuevo, y de la famosa vacuna llevamos ya veinte años anunciando su inminente aparición.

Desgraciadamente me toca aclarar esto a muchos pacientes y sus familiares cuando me preguntan por esas noticias. Por supuesto, se investiga mucho, muchísimo sobre el alzheimer, pero a día de hoy ni siquiera sabemos cómo prevenir su aparición, pese a tantos estudios y titulares engañosos. Llevar una vida sana, alimentarse correctamente o desarrollar actividades intelectuales son tan buenas para prevenir el alzheimer… como cualquier otra patología.

Al mismo tiempo, y sin dejar de ser realistas, hay que destacar lo que se ha avanzado en el tratamiento de las fases incipientes del alzheimer. El uso de fármacos ya conocidos se combinan de una manera más eficaz de acuerdo a las características de cada paciente pero, sobre todo, se ha demostrado la eficacia de las terapias no farmacológicas basadas en ejercicios y estímulos de diversa índole.

Y estos avances hay que atribuirlos al esfuerzo y al talento de muchos profesionales sanitarios, psicólogos, trabajadores sociales y cuidadores profesionales y no profesionales. No se llevarán el premio Nobel por descubrir la cura del alzheimer, pero cada día ayudan a centenares de miles de pacientes y a sus familias a retrasar los síntomas más graves, a facilitar los cuidados paliativos y a hacer más llevadero el trabajo de los cuidadores.