Existe un exceso de voluntarismo en torno al
alzheimer. Todos somos muy conscientes de la gravedad de esta enfermedad y eso
produce una atención mediática constante que crea innumerables noticias, y todas
esperanzadoras. Sin embargo, lo cierto es que hace quince años que no ha salido
ningún medicamento nuevo, y de la famosa vacuna llevamos ya veinte años
anunciando su inminente aparición.
Desgraciadamente me toca aclarar esto a
muchos pacientes y sus familiares cuando me preguntan por esas noticias. Por
supuesto, se investiga mucho, muchísimo sobre el alzheimer, pero a día de hoy
ni siquiera sabemos cómo prevenir su aparición, pese a tantos estudios y
titulares engañosos. Llevar una vida sana, alimentarse correctamente o desarrollar
actividades intelectuales son tan buenas para prevenir el alzheimer… como
cualquier otra patología.
Al mismo tiempo, y sin dejar de ser realistas,
hay que destacar lo que se ha avanzado en el tratamiento de las fases
incipientes del alzheimer. El uso de fármacos ya conocidos se combinan de una
manera más eficaz de acuerdo a las características de cada paciente pero, sobre
todo, se ha demostrado la eficacia de las terapias no farmacológicas basadas en
ejercicios y estímulos de diversa índole.
Y estos avances hay que atribuirlos al
esfuerzo y al talento de muchos profesionales sanitarios, psicólogos,
trabajadores sociales y cuidadores profesionales y no profesionales. No se
llevarán el premio Nobel por descubrir la cura del alzheimer, pero cada día
ayudan a centenares de miles de pacientes y a sus familias a retrasar los
síntomas más graves, a facilitar los cuidados paliativos y a hacer más
llevadero el trabajo de los cuidadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario