lunes, 1 de mayo de 2017

Mamá está rara...¿qué le pasa?



Mirada perdida, comentarios negativos, desgana, apatía, desinterés, falta de ilusión, fatiga, inapetencia o problemas para dormir, aparecen con  más frecuencia entre los mayores pero no en todos ya que la edad nada tiene que ver con ello y por lo tanto no son  situaciones a las que haya  que resignarse.
Puede tratarse de una depresión. Y como en cualquier otro paciente más joven, hay que diagnosticarla y tratarla.

Son tantas las causas de la depresión en los más mayores, que a veces incluso a los especialistas nos resulta complicado detectarla a tiempo.

Puede estar asociada a patologías como enfermedades osteoarticulares, enfermedades metabólicas como los trastornos del tiroides, enfermedad de Parkinson y otros trastornos neurodegenerativos.

Además, no es infrecuente que los cambios en la vida o en las rutinas de los mayores incrementen el riesgo de padecer tristeza, depresión, o empeoren la ya existente. Tal es el caso de cambios de domicilio, ingresos en residencias u hospitales, presencia de dolores crónicos, muerte de personas cercanas o la propia constatación de la pérdida de autonomía e independencia.


Afortunadamente se ha avanzado mucho en el diagnóstico y en el tratamiento de los trastornos depresivos. La detección precoz evitando atribuir en muchas ocasiones determinados síntomas a “llamadas de atención”, el apoyo del entorno familiar, las relaciones sociales y en los casos necesarios de las eficaces medidas faramacológicas van a permitir al especialista en Geriatría ayudar de forma eficaz a sus pacientes reduciendo la aparición de los síntomas, disminuyendo su intensidad y mejorando, en definitiva la calidad de vida de estos personas.



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